La toma de un predio en Guernica mantuvo en vilo al país, que miraba aterrorizado como la indiferencia y el abandono hacia los sectores más vulnerables se mezclaba con viejas prácticas clientelistas del conurbano y parecía encaminado hacia el asentamiento de una nueva villa de emergencia en el Gran Buenos Aires. Librados a su suerte por un PJ que parecía dispuesto a mirar para otro lado, las internas del Frente de Todos estallaron violentamente en torno al conflicto por la toma y terminaron en una sangrienta represión ante las cámaras.
No es la primera vez que las internas del Peronismo salpican con sangre y fuego la democracia argentina, pero en el contexto de crisis profunda, mezclando crisis educativa, sanitaria, económica y política, la toma se convirtió en un trágico espejo de esa disputa fratricida del poder: por un lado, políticos con canas y de notable crecimiento patrimonial durante el mayor periodo de bonanza económica de nuestra historia se escandalizan hoy con las consecuencias de su propia inacción ante la explosión de la crisis habitacional en el país y sobreactúan ley y orden para compensar; por el otro, supuestos idealistas que levantaron con entusiasmo las banderas de los mismísimos responsables de esa crisis hoy se sorprenden y se espantan, ante las cámaras. mientras no ofrecen otra solución que el desalojo violento.
En el medio, tan rehenes como víctimas, aquellos que fueron empujados hacia una usurpación por funcionarios oficialistas hoy son expulsados a los tiros por otros funcionarios oficialistas. Son el cortoplacismo y la improvisación llevados a su extremo más trágico, exponiendo a padres y madres, niños y niñas, ancianos y ancianas, desesperadas que buscan simplemente una respuesta por parte del estado a una crisis que el mismo estado generó y solo encuentra balas de goma y gases lacrimógenos como respuesta, de trabajo genuino, tizas y jubilaciones dignas ni hablar.
El accionar del gobierno en el conflicto consistió en llevar a quien se sume a una toma ilegal con la mano izquierda para finalmente golpear con la mano derecha, motivados por una mezcla tóxica de ventajismo político ante la impopularidad de la toma para la opinión pública y la triste y desesperada necesidad de Sergio Berni de sobreactuar mano dura para paliar una gestión en seguridad que hace agua en toda la provincia. La crisis en Guernica, la habitacional expuesta por la toma y la humanitaria desnudada por la represión, es, de principio a fin, consecuencia de años de gobiernos Pejotistas, hoy Frente de Todos, que no ven nunca más allá de la próxima elección.
Mientras reine la improvisación y el FdT siga usando pobres y familias vulnerables para resolver sus disputas internas, esta no será la última vez que veamos al oficialismo de ambos lados del mostrador, creando problemas y “soluciones” al mismo tiempo. Sergio Berni en particular merece una mención especial, por su doble responsabilidad en la explosión de inseguridad y su obsesión con aparecer en TV para la represión.
La única solución al problema de fondo es una política habitacional federal y seria, BASTA DE TOMAS Y BALAS DE GOMA.
Mariano Castro.